HOY CONMEMORAMOS EL DIA DE LA SOBERANIA NACIONAL.

La guerra del Paraná, nombre por el cual debería recordarse, es junto al cruce de los Andes, las dos mayores epopeyas de nuestra Patria. Una gesta gloriosa en defensa de nuestra soberanía que puso a prueba exitosamente el coraje y el patriotismo de los argentinos.

En 1.845 las dos más grandes potencias de la época, Gran Bretaña y Francia, se unieron para atacar a la Argentina, que se encontraba entonces bajo el mando del gobernador de Buenos Aires, Don Juan Manuel de Rosas.

El pretexto era una causa "humanitaria": terminar con el gobierno supuestamente tiránico de Rosas, que los desafiaba poniendo trabas al libre comercio, con medidas aduaneras que protegían los productos nacionales y fundando un Banco Nacional  que escapaba al dominio de los capitales extranjeros.

Ingleses y franceses creyeron que la sola exhibición de sus poderosas naves, sus entrenados marineros y soldados, y su moderísimo armamento bastarían para doblegar a nuestros antepasados. Pero no fue así, Rosas que gobernaba con el apoyo de la mayoría de la población, sobre todo de los sectores populares, decidió hacerles frente.

Encargo al general Lucio Mansilla conducir la defensa. Dado que se trataba de una operación comercial encubierta, el objetivo era "arruinarles el negocio", provocarles daños económicos suficientes como para hacerles desistir de tal empresa y lograr así una victoria estratégica.

De allí la estrategia de las tres gruesas cadenas tendidas de orilla a orilla en el lugar conocido como "Vuelta de Obligado", donde el río se angosta y describe una curva que dificulta la navegación. Durante el tiempo que tardaron en cortarlas, los enemigos sufrieron numerosas bajas en soldados y

marineros Y devastadores daños en sus barcos de guerra mercantes. El calvario de las armadas europeas y los barcos mercantes que las seguían continúo durante el viaje de regreso, ya que fueron atacadas ferozmente de las baterías de Quebracho, Tonelero y San Lorenzo.

La estrategia de Rosas y Mansilla tuvo éxito y las grandes potencias finalmente se vieron obligadas a capitular y aceptar las condiciones impuestas por la Argentina.

Desde su destierro en Francia, Don José de San Martín, con orgulloso patriotismo, escribió a su amigo Tomás Guido, en mayo de 1846: "La batalla de Obligado es una segunda guerra de la Independencia" . Y al morir legó su sable corvo a Rosas.

Hoy recordamos la valentía de quienes defendieron nuestro territorio en inferioridad de condiciones exponiendo sus vidas por la Patria.

Fortalecer y fomentar el sentimiento nacional, es el sentido de conmemorar esta fecha. Sentir orgullo de pertenecer a una Nación que nos hermana, trabajar para construir un Estado que nos albergue a todos, cumplir nuestros deberes ciudadanos en forma responsable y solidaria, nos llevara a lograr que la lucha de nuestros antepasados no haya sido en vano.